Froy: The Single Guy

domingo, octubre 30, 2005

Capítulo III La Loca

Vivía por aquel entonces en un pequeño rancho habitado por unas 20 personas, las casas de tierra con techos de lodo mezclado con ramas secas, los patios cercados con alambre de púas contenían una letrina, un baño con pisos de adobe para bañarse, un lugar para lavar hecho de piedra en la parte posterior, y una pequeña hornilla en la parte de enfrente, en el mejor de los casos se tenía acondicionado un horno también de arcilla. Dentro de la casa que habitaba junto con su padre, sus hermanos y su madrastra, sólo había un pequeño cuarto y la estancia convertida en cocina y comedor.
 
Las mañanas eran tristes, su padre se marchaba al amanecer, ella y sus hermanos permanecían al cuidado de su madrastra, la que un día terminó por volverse loca. Quien sabe, quizá siempre estuvo loca de remate. Las tardes eran largas y la pobreza se acentuaba en aquel jacal, la esquizofrenia de su madrastra y la soledad del rancho eran insoportables cuando el sol se ocultaba. No tenía ojos más allá, no pensaba siquiera en su futuro, ¿no valía la pena pensar en eso? ¿pensabas acaso en escapar?

El futuro era incierto y nada era seguro, lo único seguro era el amor de su padre y la ceguera inmensa ante ¿el amor? Tenía que guardar silencio sobre los maltratos que recibían o a la mañana siguiente su hermana y ella misma sufrirían el castigo, sobre todo su hermana, a quien el odio de su madrastra o quizá su esquizofrenia o todo junto le cobraban caro cualquier detalle. Lloraba triste y amargamente de dolor, sus manitas llenas de ampollas por haber soportado leños en brazas, pagaba caro cualquier comentario a su padre.

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